
EL HACEDOR DE PIEDRA
Los harrijasotzailes elevan la piedra al cielo sujetándola contra su cuerpo. La roca se funde con las palpitaciones y sudores del hombre que sufre ante la inmensidad del esfuerzo. En su primer levantamiento, la piedra hirió la piel de Iñaki Perurena. Del brotar de la sangre nació un amor que dura ya toda una vida. "Desde joven yo abrazaba la piedra y la levantaba" explica, "de la misma forma que el escultor busca el cincel y el poeta, la palabra".
En su mirada se ve la voluntad férrea de quien se dedica al harrijasoketa o levantamiento de piedra. Fue esa tenacidad la que le permitió alcanzar su récord personal de 320 kg alzados. "Desde entonces, el cuerpo se me ha ido gastando y el traumatólogo me prohibió dedicarme a esto". Aunque ya no compite, todavía responde a la llamada de la piedra a través de sus esculturas. Perurena matiza rápidamente: "Yo no sé si esto son esculturas, prefiero considerarme harrijasotzaile porque engloba muchas cosas". Una de las más importantes es la de fabulador que canta a su tierra. "Yo lo que pretendo con esto es contar una historia" señala, "la de harri, herri eta mito, piedra, tierra y mito"..
'Peru Harri' es un canto al legado del pueblo vasco: a su lengua, mitología y deporte. De hecho, la primera de las construcciones fue el harrijasotzaile que lidera el complejo escultórico. "Yo quería que en mi caserío estuviera la figura del levantador" reconoce Perurena, "y así empezó todo". Sin medios, conocimiento ni herramientas; solo con las manos que ayer alzaban la piedra y que hoy le dan forma. "¡Cómo nos gusta buscar territorios nuevos!" reconoce. Porque para Iñaki Perurena la innovación y el legado cultural se complementan: "La tradición no es hacerlo de una manera sino hacerlo, y yo lo he hecho por caminos nuevos". La invención de su propia técnica de levantamiento, la única que se usa en la actualidad, es prueba fehaciente de ello.
Iñaki Perurena ha consagrado su vida a su pasión: la piedra. "Como resumen de este caminar que he hecho os digo sólo una cosa", dice de pronto: "Ha merecido la pena". Un caminar de cuarenta y un años llenos de competiciones, exhibiciones e intentos de record, de recitación de 'bertsos', de esfuerzo e ilusión. De mucho trabajo, pero también de una profunda reflexión y amor por lo hecho. Nos despedimos del harrijasotzaile con la sensación de que el tiempo se ha detenido durante el encuentro. Los potros que pastaban por el terreno han buscado cobijo y las nubes vespertinas se enredan en las estatuas de piedra clara.
A veces, sólo una conversación te cambia la vida.
Ana M. Casas
"Hubo una vez un hombre fuerte, muy fuerte. Ni siquiera aunando su fuerzas podían alcanzarle los dos que le seguían en vigor y resistencia. Tenía la espalda ancha y poderosa, y un cuello sorprendentemente ancho. Le llamaban 'Motz Gorria' y no había nadie como él cargando con pesos en la espalda"
Narración tradicional vasca.


