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UNA COMITIVA SINGULAR

Aquella iniciativa surgió con ocasión del cuarto centenario de la muerte de san Francisco Javier (1506-1552), fallecido en la isla de Sancián, frente a la China continental, canonizado en 1622 y patrón de Navarra desde poco después. Puestos a conmemorar la efeméride con una celebración de altura, los montañeros del Club Deportivo Navarra tuvieron la ocurrencia de colocar una estatua del santo en el punto más alto de la Comunidad Foral. Es decir, la Mesa de los Tres Reyes (2.434 metros). La imagen la esculpió Áureo Rebolé (1910-1994), de Aibar, también autor de la escena que representa el traslado de san Ignacio de Loyola herido, en el centro de Pamplona. La imagen que hizo en piedra de San Francisco Javier medía 2,10 metros, pesaba más de 200 kilos, y se expuso en el jardín de la Diputación, junto a la secuoya, para que todos los pamploneses pudiesen admirarla. El domingo 3 de agosto de 1952 Diario de Navarra publicó una pequeña información en la que se anunciabanalgunos detalles del plan. “La comisión organizadora —se lee en aquel texto—se halla estos días preparando todo, con el fin de que la excursión extraordinaria proyectada resulte un éxito en todos los aspectos”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un pequeño equipo de expertos se adelantó una semanas para levantar la estatua y organizar los detalles de la expedición. La carretera terminaba entonces en la borda de Pedregón, al comienzo del valle de Belagua. La estatua, seccionada en diez partes, se trasladó a Isaba en autobús de línea. Los encargados de montarla iniciaron allí el ascenso hasta la cima de la Mesade los Tres Reyes. Llevaban herramientas, comida, cemento y tiendas decampaña. Las piezas de la imagen se subieron con ayuda de varios mulos, aunque uno de los animales tiró su carga a medio camino y otro se despeñó junto a la cueva de Anchomarro. “Era el que llevaba el vino”, solía lamentarse Áureo Rebolé, que también formaba parte del equipo. Ya en la cumbre, hizo falta casi una semana para reconstruir la figura. Obtenían el agua del ibón de Lhurs o de los neveros próximos. Una prolongada tormenta les obligó a estar dos días refugiados en una sima.

 

El 15 de agosto, cuando todo estuvo listo, partió de Pamplona la gran expedición: cuatro autobuses de aficionados que llegaron al valle aún de noche. Otros habían dormido en tiendas de campaña en el rincón de Belagua. El grupo se puso en marcha a las cuatro de la madrugada. Los testigos recuerdan con emoción la larga hilera de linternas avanzando por el paisaje quebrado de Larra. Nunca habrá registrado Ukerdi un trasiego como el de aquel día.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Rafael Gambra es el autor de la crónica que publicó Diario de Navarra. Allí se puede leer que “la ascensión fue larga y fatigosa, sobre todo para tantos entre los trescientos o más asistentes que no eran avezados montañeros”. El momento más delicado, detallla, fue “el coronamiento final, escarpado y no exento de peligro”.

 

El sacerdote Casimiro Saralegui celebró misa en la cima y bendijo la estatua.“La misa, allá en lo alto, junto al santo andariego y misionero, tuvo acentos de cordial emoción, purificados en la altura el espíritu y la amistad de todos”,cuenta la crónica. “Incluso la asistencia de autoridades, que en otros actos esnormal y obligada, tuvo allá un sentido de amable y espontánea cordialidad”.Una de las autoridades aludidas era el general Amado Lóriga, gobernador militar de Navarra.

 

En la misa se pidió por el escalador francés Marcel Loubens, que había fallecido unos días antes en la sima de San Martín, a muy poca distancia de la Mesa de los Tres Reyes. Fue pena una que un rayo hiciese pedazos la estatua muy poco después. La pequeña imagen de bronce que hoy preside la cumbre es una réplica de aquella y una herencia de tiempos magnánimos y quizá mejores. La cabeza de la estatua esculpida por Áureo Rebolé se encuentra hoy en la sede del Club Deportivo Navarra, en la calle Jarauta de Pamplona.

 

A cambio, en 1954 se puso en la cima de la Mesa de los Tres Reyes una réplica de la imagen esculpida por Aúreo Rebolé. Se trata de una figura en bronce de 40 centímetros. Ella es la que sigue saludando a los montañeros quese aventuran hasta el punto más alto de Navarra.

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