
SE ACABAN LOS OSOS PARDOS
En 1998, las ovejas y los pastores del Roncal vieron cómo su mundo se ponía patas arriba con la llegada de Camille. Camille, uno de los últimos osos pardos del Pirineo, vino desde Francia buscando comida y refugio. Encontró ambas cosas y, durante doce años, peregrinó por el bosque alternando temporadas en Navarra, Huesca y el sur de Francia. Venía a la Comunidad foral a pasar el invierno y, en primavera, emigraba al país vecino en busca de una hembra; la suerte no le acompañó porque nunca tuvo descendencia. En Navarra, Camille acabó con ochocientas cabezas de ganado y despertó la preocupación de los vecinos del valle.
Desde 2010 nada se sabe de él. Ahora ya no quedan osos autóctonos en el Pirineo occidental. Todos los ejemplares que restan son descendencia de los osos eslovenos que introdujo el Gobierno francés para fomentar la conservación de la especie. Y aún y todo, solo quedan dos machos: Neré, que no ha visitado Navarra desde 2014 y su hijo Canelito, que nunca ha pisado territorio foral.
“La situación es muy triste”, asegura Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo (FOP). Si no se introducen hembras en el Pirinero occidental, la subpoblación desaparecerá y “eso no se puede permitir”. Es obligación de los Estados miembros (España y Francia) asegurar la supervivencia de la especie y aunque se habla de ello, de momento no se ha hecho nada. “Hay dos opciones: que ocurra un milagro o que traigan hembras”, comenta Palomero.
Muchas voces piden un proyecto de repoblación, pero hace falta que las autoridades ambientales de las Comunidades Autónomas afectadas (Navarra y Aragón) lleguen a un consenso. También necesitan la autorización del resto del territorio español y la conformidad de Francia.
“Hay que tener en cuenta las desventajas, por supuesto, pero es que son mínimas”, defiende Palomero. Para el turismo es positivo; cada vez más población vive en un entorno urbano y busca el contacto con la naturaleza en su tiempo de ocio. La presencia del oso pardo en un territorio atrae más visitantes, porque es señal de “naturaleza plena”. El colectivo de caza, un grupo importante, tampoco presenta oposición. Ni siquiera los criadores de bovino se niegan. Los únicos perjudicados son los criadores de ovino y “hay que tratarlos con mucho cariño, porque lo están pasando muy mal”. Por eso, cualquier proyecto tiene ir acompañado de sólidas medidas de prevención y compensación de daños. “Es posible y viable, lo que hay que conseguir es que la gente se ponga de acuerdo”.
En lo que sí parece hay consenso es en la efectividad de la reinserción de ejemplares eslovenos. “Estudios con ADN antiguos parecen indicar que el oso pirenaico y el esloveno tienen una misma línea evolutiva”, cuenta Palomero. Por ello, se pueden traer osos de otras poblaciones sin perjuicio del hábitat o de la propia especie. Todos los osos eslovenos introducidos hasta ahora en el Pirineo central se han portado igual que los pirenaicos; comen lo mismo, presentan el mismo grado de ferocidad y se relacionan con el hábitat y el ser humano del mismo modo.Guillermo Palomero, al igual que otro defensores de protección de la especie, lo tiene claro: “Un oso es marca de calidad de un territorio y se puede convivir perfectamente con él”.
Lucía Gastón


