
La golondrina es un ave migratoria que cada primavera llega a las zonas rurales de España. Su declive es un síntoma más de la decadencia del mundo rural. La mujer golondrina, por su parte, ya se extinguió, pero la memoria de los habitantes del valle del Roncal se resiste a olvidarla. Las golondrinas existieron desde 1860 hasta los años 50 del siglo XX. Durante casi un siglo, las mujeres del valle del Roncal ascendían el puerto pirenaico de Arrakogoiti (1418 km en su punto más alto) para ir a trabajar a las fábricas de alpargatas de Mauléon, en el sur de Francia. Caminaban 20 kilómetros antes de que las primeras nevadas hicieran el camino intransitable. Se quedaban “encerradas” en Francia hasta la primavera. Con el deshielo, deshacían el camino de vuelta al Roncal cuando el paisaje recuperaba su verdor. Como las golondrinas.
Pablo Ayerra
Casi un siglo después de que las mozas del Roncal caminaran hasta Mauleon (Francia) para trabajar en la industria de la alpargata, Ilazki, la nieta de una de aquellas mujeres, se propone descubrir la historia de las Golondrinas, que marchaban en otoño para volver en primavera. Un poeta francés las bautizó como “hirondelles”. A este lado de la frontera: golondrinas.
GOLONDRINAS HACIENDO ALPARGATAS
Felipa Ezquer Andreu contaba en 2001 que dejó la escuela, el pueblo y la familia cuando tenía 14 años para convertirse en una golondrina; sus compañeras tenían entre 13 y 20 años. Había dos alternativas: ir a servir a Pamplona o coser alpargatas en Francia. Cada otoño, durante siete años, cruzó el Pirineo en busca de trabajo, muchos de ellos con su hermana mayor, que murió de pulmonía un invierno. Pero Felipa siguió yendo cada año.
La edad de oro de este producto se dio a comienzos del siglo XX. En 1914, un solo fabricante daba trabajo a 700 personas. La marcha de las golondrinas del Roncal se convirtió en todo un fenómeno social y demográfico que dejó huella en los valles del Pirineo. Algunas de esas mujeres, que abandonaban su hogar seis meses, no volvieron a su lugar de nacimiento. Ahora, la mitad de la población de Mauléon presume de apellidos roncaleses.
En venta de Juan Pito se encontraban las mujeres de los diferente pueblos antes de afrontar el puerto Arrakogoiti. En la venta aún hoy se pueden degustar platos típicos como las deliciosas migas de pastor cocinadas al modo tradicional. Las mismas que ellas comían antes de cruzar los Pirineos.
Julián Gabás pertenece a la cuarta generación de una familia que regenta la Venta desde principios del siglo XIX. Peregrinos, montañeros, pastores y contrabandistas encontraron alguna vez refugio en este rústico local situado en el paraje de Iganzea.Su bisabuelo y antiguo dueño, que también era de Isaba, aparece en fotos en blanco y negro con el atuendo roncalés. De quien no se tiene noticia es de aquel Juan Pito que dio nombre a la venta. Lo más probable es que fuera su tatarabuelo o, incluso, un pariente lejano.
Las golondrinas roncalesas (hirondelles, en francés) descansaban allí antes de subir el Arrakogoiti en su camino a las fábricas de Mauleón. A la vuelta, la venta era el punto de encuentro con sus familias. El puerto es relativamente fácil de subir cuando hace buen tiempo, pero hay que tener cuidado con la niebla porque puede desorientar.
En Belagua el tiempo es cambiante; puede haber un día soleado en verano y a la tarde, cuando mueve el cierzo, cubrirse completamente la parte alta del puerto. Julián afirma que una persona sin brújula, que no conozca el camino, puede estar dando vueltas y no encontrar la ruta.Cien años atrás, dos golondrinas desorientadas fallecieron por una ventisca cuando volvían de Francia. Como en primavera no solía nevar, se confiaron y no consiguieron llegar a la venta; murieron congeladas. Las golondrinas roncalesas, además de un largo viaje hasta el país vecino, afrontaban una ruta difícil.
La afluencia de golondrinas, las aves, disminuye cada año debido al abandono de las zonas rurales, donde solían criar, y al uso de pesticidas en el campo, que acaba con los insectos de los que se alimentan. La historia de esas otras golondrinas, las roncalesas, también corre el riesgo de desaparecer. Su periplo a pie salvando valles y montañas y cruzando una frontera para fabricar alpargatas suena lejano. Con la muerte de las últimas mujeres alpargateras, parecía que iba a caer en el olvido.
Afortunadamente, algunas asociaciones como rutadelasgolondrinas.com han señalizado el recorrido y ofrecen rutas guiadas para pasar el fin de semana sobre los pasos de las golondrinas que regresaban cuando los almendros están en flor.


Venta de Juan Pito 1961
Las golondrinas

Venta de Juan Pito hoy